Y tú, ¿hablas o te comunicas?

"El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar".

(Pericles)

Todos sabemos hablar y todos hablamos, pero no lo hacemos del mismo modo, porque nuestro dominio del idioma es diferente y, sobre todo, porque nuestras finalidades son muy diversas.

Un conferenciante, un orador político, un vendedor, un presentador, un maestro o una maestra pueden estar utilizando el mismo idioma de maneras radicalmente distintas porque sus interlocutores, sus expectativas, las situaciones o los momentos tienen sólo un aspecto en común: alguien que habla con la intención de que le escuchen.

Pero hablar no es comunicar. Comunicar es un proceso de dos direcciones que incluye un componente emocional e implica forzosamente la relación con otros. Hay un ejemplo ya clásico en la película "El amor tiene dos caras" en el que un concentradísimo Jeff Bridges habla y habla de espaldas a sus alumnos universitarios, mientras estos charlan entre ellos, bostezan, se aburren, o piensan sencillamente en otras cosas.

Todos hemos tenido algún profesor -o, por desgracia, unos cuantos- que llegaban al aula, sacaban sus apuntes (peor aún, su libro editado y a la venta para el examen) y se limitaban a leerlos en voz alta. Deseo sinceramente que ninguno de ellos se quejara después de la falta de atención de su alumnado.

Hablaban, sí, pero no establecían el más mínimo vínculo de comunicación ni con sus palabras, ni con su voz, ni con sus ademanes. También sabemos que esto no lo hacían de manera intencionada para aburrirnos, y quizás su erudición era impresionante, pero si lo era nunca llegó a nosotros, porque nunca dieron el paso -o el salto- del habla a la comunicación.

Y tú, ¿hablas o te comunicas?