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¿Quieres obtener un Máster en Manipulación de personas?



¿Quiere usted dedicarse a la manipulación de personas? Pues parece que en estos momentos de la posverdad lo tiene fácil, tal vez sea una de las profesiones con mayor futuro. En realidad, ya es una de las grandes profesiones del presente.


No resulta nueva, ni mucho menos, la idea de la aparición en la Historia de lo que podríamos denominar “comunicación contaminada”, informaciones intencionadamente manipuladas que buscan dirigir las emociones, las voluntades o las acciones de individuos, pueblos o naciones enteras.


Pero, a partir del siglo XX, con la aparición y desarrollo de los medios de comunicación de masas, el fenómeno se ha multiplicado y alcanzado niveles impensables hace siglos. Un buen botón de muestra lo puede reflejar el texto citado a continuación:


“La propaganda aventajará, con su impetuoso avance, de muy de lejos a la organización, a fin de conquistar el material humano indispensable para esta última. Siempre he sido enemigo de la organización precipitada y pedante, que produce inertes y mecánicos resultados. Por esta razón, lo mejor es dejar que una idea se difunda desde un centro y por medio de la propaganda durante un espacio de tiempo dado, y luego explotar cuidadosamente en busca de dirigentes entre los seres humanos que acudieron a la cita.”


El texto es de 1925 y su autor Adolf Hitler. Tal como recoge Emma Rodero en una ponencia del año 2000, “Adolf Hitler había comprobado los efectos que produjo el bombardeo propagandístico durante la I Guerra Mundial. Ya durante esos años, mantenía la firme convicción de que la propaganda poseía una enorme capacidad persuasiva y movilizadora. Hitler fue un amplio conocedor de unas técnicas, que, por otra parte, se encontraban ya definidas teóricamente desde la primera gran guerra. Pero, no sólo la empleó como medio para conseguir sus objetivos, aún más, basó toda su estrategia en la propaganda”.


El uso de la manipulación informativa con fines políticos ha resultado ser una de las estrategias más eficaces en los condicionantes de la conducta de los seres humanos desde entonces. Otro texto interesante:


“Con una repetición suficiente y la comprensión psicológica de las personas implicadas, no sería imposible probar que de hecho un cuadrado es un círculo. Después de todo, ¿qué son un cuadrado y un círculo? Son meras palabras, y las palabras pueden moldearse hasta disfrazar las ideas.”


Su autor es el no menos conocido Joseph Goebbels. Lo cierto es que la aparición de la radio primero, y de la televisión después, amplió hasta niveles impensables las posibilidades de manipulación de la información.


¿Qué ocurre en nuestros días con la aceleración informativa que produce Internet y en especial las redes sociales? Pues lógicamente que el efecto multiplicador es aún mayor. Hace unos pocos años parecía que el periodismo “serio” iba a resistirse a la simplificación y polarización de ideas que las redes sociales anunciaban ya desde sus inicios, pero en nuestros días las fronteras son cada vez más confusas (si es que aún existen).


Uno de los problemas fundamentales que está generando este cóctel de técnicas de venta aplicado a la política, cada vez más observable en los comportamientos sociales, es el “desengaño posterior a la compra”, esa sensación frecuente en el consumidor de que ha sido estafado o, al menos, engañado en sus expectativas con respecto al producto comprado.


Dos peligros derivan de ese desengaño: la rabia y la descreencia. Si lo aplicamos al mundo político, no podemos dejar de advertir el aumento de la rabia social ante determinadas actitudes políticas y el aumento muy peligroso de la descreencia en “lo político”, tanto referido a personas como a instituciones.


A partir de este punto, la manipulación resulta extremadamente sencilla, sólo necesitamos basarla en construir mensajes cada vez más superficiales que se dirijan en exclusiva al mundo emocional y lo demás será muy fácil: dirigir esa rabia y esa descreencia en la dirección que nos conviene.


En muchas ocasones no resulta sencillo advertir que el lenguaje político se dirige a lo emocional porque casi siempre aparece disfrazado con un lenguaje épico, pero pensemos que exactamente la misma técnica es la que se utiliza en el lenguaje periodístico del deporte de masas: una máscara épica que esconde un “alarido” emocional.


Las universidades no suelen ofrecer este Máster en sus planes de estudios porque aparenta ser poco ético. ¿O sí lo ofrecen camuflado tras otros títulos? ¿Y los medios de comunicación?


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