El 'efecto opio' en las presentaciones orales
- Pedro Luis Menéndez
- 28 abr 2017
- 3 Min. de lectura

El opio es una mezcla de sustancias que se extrae de la adormidera. Utilizado desde la Antigüedad por los seres humanos con fines medicinales, encontramos referencias ya en la cultura sumeria o en la babilónica.
Los primeros efectos que produce, después de 15 o 30 minutos de su consumo, son relajación y somnolencia. A medida que aumenta el efecto, se sienten hormigueos y picores por todo el cuerpo, hasta que se acaba por soñar en duermevela y sentir una gran relajación.
¿Cómo es posible que nunca hayas consumido opio en ninguna de sus formas y sin embargo conoces perfectamente los efectos que produce porque los has vivido en tu propia experiencia? Está muy claro, tú y yo hemos sufrido infinidad de veces presentaciones orales que producen en nosotros un efecto total de adormidera.
¿Recuerdas la última vez que se te cerraban los párpados? Tal vez sólo hace unos días, o unas horas. ¿Cómo es posible que profesionales formados y preparados técnicamente en sus disciplinas sigan 'machacándonos' con presentaciones infumables y, por supuesto, inútiles?
Sólo tiene una explicación: que sea un efecto buscado intencionalmente para que no escuchemos lo que dicen. No es una ironía, o casi no lo es: alguna vez habrá sido cierto. Pero lo más lógico es pensar que si alguien quiere presentarme algo, tendrá intención de conectar conmigo, de llegar a mí.
Podemos resumir del siguiente modo las tres causas principales que nos conducen irremediablemente a adormecer a nuestra audiencia:
1) Transmitir un contenido superficial o prescindible: Las informaciones "flojas", la reiteración excesiva de ideas, la insistencia una y otra vez en algo conocido por todos o en algo superfluo.
2) Si a un contenido flojo le sumamos un estatismo corporal que produce distancia con el público, que no siente en ningún momento una mínima conexión emocional con nosotros, estaremos claramente provocando que nuestra audiencia se dedique "a pensar en sus cosas", y desde luego a no escucharnos. No se trata de realizar con nuestro cuerpo una actuación teatral o circense, pero sí que nuestro cuerpo sea capaz de comunicar un mensaje acorde con nuestras ideas.
3) Una voz monótona, aburrida, con un ritmo plano y una entonación "sin alma", no podrá evitar aburrir también al público. La voz es uno de los elementos más adormecedores del mundo. Una voz profesional tendrá que estar entrenada y puesta al servicio de la comunicación tanto de ideas como de emociones.
Si a estos tres elementos le añadimos una presentación informatizada mal construida, el éxito de "nuestro opio" estará garantizado: conseguiremos un público dormido, que huirá de nosotros en la primera oportunidad que se le presente.
¿Cómo es posible que quede alguien que no haya oído hablar de la "muerte por PowerPoint"? Pues sí, parece que muchísima gente, sobre todo en el ámbito académico.
¿Cómo es posible que algunos ponentes sigan leyéndonos de la pantalla definiciones de cinco o más líneas? ¡Y esto lo hacen una y otra vez!
He asistido hace unas semanas a una presentación de una universidad en la que un cualificado portavoz de la misma proyectó en una única diapositiva todos los grados de su oferta. Aunque utilizaba una pantalla gigante en un gran salón de actos, aquella diapositiva resultó demoledora. Además, parte del público estudiantil que ocupaba la sala entraba y salía en pequeños grupos durante la presentación, sin que el ponente en ningún momento interrumpiera su discurso.
Por favor, si realizas presentaciones profesionales, no nos "mates" de aburrimiento. Mira siempre a tu público, evalúa sus reacciones y obra en consecuencia (aunque sea por compasión).
Si no lo haces, nos dormiremos todos al son de aquello de "amapola, lindísima amapola..."
Commenti