top of page

Leer libros de recetas no te convierte en cocinero


Desde que hablar en público empieza a percibirse como una necesidad y, por lo tanto, como una herramienta laboral, la escasa formación de la mayoría de los españoles en esta materia -incluidos los niveles universitarios- está provocando afortunadamente una preocupación personal o corporativa cada vez mayor por el tema.

Sin embargo, esa preocupación se limita en muchas ocasiones a un acercamiento muy superficial que no permite alcanzar realmente los niveles necesarios, sobre todo si ese acercamiento se produce a partir de lecturas y poco más.

Lee Humphreys es una profesora de la Universidad de Cornell, especialista en los usos sociales de las tecnologías de la comunicación. Estudia especialmente cómo integramos estas tecnologías en nuestro trabajo diario, por ejemplo, para el aprendizaje.

Pues bien, quería en este artículo resaltar una de sus afirmaciones más concluyentes a propósito de la utilidad de las propias herramientas tecnológicas: "La gente suele confundir entre saber y leer sobre algo y realizar la actividad en sí".

El problema en nuestro caso es leer sobre oratoria, o incluso asistir a seminarios teóricos (o con muy pocas actividades prácticas) y pensar que ya se domina el tema. Resulta casi insólito que el aprendizaje de algo instrumental, como aprender a conducir, pueda suponerse realizado sólo a partir de conocimientos teóricos o por imitación, pero ocurre en muchas más ocasiones de lo que parece.

Entre estudiantes, que son perfectamente conscientes de que sólo se aprende a conducir conduciendo, se produce con frecuencia el engaño de que uno está estudiando porque navega en páginas web o en blogs de estudio. Pero, en realidad, sabemos perfectamente que estudiar es otra cosa, del mismo modo que cocinar no es leer libros de cocina.

¿Por qué se produce entonces esta confusión tan extraña entre hacer algo de verdad y creer que se sabe hacer, potenciado por la información recibida en blogs, páginas web, vídeos, etc.?

Lazarsfeld y Merton, en su "Teoría de los efectos limitados", señalan como tercera función de los medios de comunicación de masas lo que ellos denominan disfunción narcotizante: "Desde este punto de vista los medios de comunicación de masas pueden incluirse entre los narcóticos sociales más directos y eficaces. Pueden ser tan eficaces que hasta impedirán que el drogado advierta su enfermedad".

Esta disfunción, aplicada al aprendizaje a partir de Internet y de las redes sociales, produciría un alejamiento de la acción incrementando la pereza social: en vez de entrenar y practicar de un modo sistemático mis herramientas para hablar en público, creo solucionarlo viendo vídeos en Youtube o incluso participando en foros sobre comunicación. Así, confundo saber sobre oratoria con el hecho de hablar realmente en público.

Por esto, si no entreno realmente de una forma práctica, mis miedos, mis inseguridades, mis errores técnicos volverán a reproducirse en la siguiente ocasión en que deba hablar en público, independientemente de cuánto haya leído o visionado sobre el tema. Y ese bucle me llevará a sentirme aún más incapaz cuando en mis intervenciones públicas.

Por lo tanto, entrena, entrena, entrena, practica, practica, practica. Y si puede ser guiado por algún profesional, mejor que mejor.

Featured Posts
Recent Posts
Archive
Search By Tags
No hay tags aún.
bottom of page