Lenguaje corporal digital
- Pedro Luis Menéndez
- 27 jul 2015
- 2 Min. de lectura

Nuestros hábitos de compra han modificado en los últimos años nuestra relación con el vendedor. La interacción en un establecimiento físico permitía la observación, incluso analítica, de nuestro lenguaje corporal, un lenguaje que transmitía habitualmente con claridad nuestros deseos últimos, nuestro impulso como compradores.
Cualquier vendedor de cierto nivel es perfectamente capaz de saber cuándo "vamos a salir con algo de la tienda", cuándo nuestro deseo de comprar es firme y, por lo tanto, sólo se trata de guiarnos de producto en producto, hasta que demos con el adecuado.
Pero, ¿qué ocurre con los establecimientos en la red, con nuestras compras online? Los expertos hablan de cómo cada vez investigan más los que denominan nuestro lenguaje corporal digital, una analogía interesante para ser conscientes de que también comunicamos con nuestra manera de utilizar la tarjeta de crédito, con nuestro modo de visitar las páginas, con nuestro mismos hábitos de compra en la red.
Todo deja huella, y esa huella es analizada para fijar nuestro perfil psicológico de comprador, como era analizado nuestro cuerpo, nuestra mirada, nuestras manos, la ansiedad mostrada o no, la compulsividad de nuestros hábitos consumidores.
Así que nuestro cuerpo habla aunque no esté presente de forma física, cuando se mueve por las estanterías, las secciones, los productos mostrados en la red.
El siguiente paso se dará -ya se está dando aunque aún de manera reducida- cuando interactuemos con el vendedor a través de la webcam, o através de cualquier aplicación -puede estar en nuestro reloj- que transmita y comunique también nuestro estado emocional, aquello que nuestro cuerpo comunica con el lenguaje no verbal, el cual, como sobradamente sabemos, produce una información mayor y más rica que nuestras palabras.
Por eso, la recopilación de todos nuestros datos (incluida la tensión arterial, los cambios de temperatura corporal, el pulso, etc., procesados por nuestros relojes) es uno de los mayores negocios del siglo XXI.
Una vez más, y ya resulta manido decirlo, quien tenga la información tendrá el poder. Bienvenidos a la era de los smartwatches y del big data.
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