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Déjame a mí, que tú no sabes


En el ámbito de la comunicación familiar resultan extraordinariamente negativas algunas respuestas que los padres podemos dar a determinadas acciones o conductas de nuestros hijos sin pararnos a reflexionar qué estamos transmitiendo realmente.

Un niño construye su identidad en relación con las interacciones que mantiene con quienes le rodean, a través de unos lazos afectivos especialmente intensos con la figura de su madre y de su padre. Pero el poder que se deriva de ese afecto puede convertirse en negativo si deriva hacia la dominación, corrigiendo o coartando las tentativas de independencia del niño.

Franz Kafka escribió en su Carta al padre: "Querido padre: me preguntaste un día por qué hacía como si te tuviera miedo. Como de costumbre, no sabía qué responderte, precisamente por el miedo que me inspirabas... Sentado en tu sillón, gobernabas el mundo [...] Ante ti, perdí la confianza en mí mismo, asumiendo a cambio un intenso sentimiento de culpabilidad".

1. La invalidación es la primera interacción negativa. Se apoya en justificaciones que demuestran la incapacidad del otro, como en la expresión de nuestro titulo: "Déjame a mí, que tú no sabes".

2. En la tangencialización la respuesta no corresponde a una afirmación realizada, sino que subraya un aspecto accesorio y produce frustración:

"-Mamá, mira qué gusano tan grande he cogido.

-Eres repelente. Ve a lavarte inmediatamente."

3. La descalificación transforma la respuesta según los propios deseos del interlocutor, tal y como vemos en el ejemplo de Laing: "Un padre respondió a su hijo, que suplicaba que se le sacara de la escuela, porque se encontraba atormentado en clase:

-Sé que realmente no tienes ganas de irte; mi hijo no podría ser un cobarde."

4. Por último, la mistificación hace creer a quien ha hecho la pregunta o realizado alguna acción, que ha dicho o hecho cosas que, en realidad, no ha dicho o hecho.

"-Te has puesto esa falda para fastidiarme; sabes que no me gusta ese tipo de faldas."

Ante este tipo de interacciones, los niños pueden sentir que sus seres queridos les niegan ser como son, lo que produce en muchas ocasiones que aprendan a ser como se les dice que son y a comportarse así con sus familias.

Aunque estas interacciones negativas y frustrantes ocurren también en la escuela y en el mundo adulto, resultan especialmente dolorosas y peligrosas las producidas en el ámbito familiar, ya que pueden desfigurar completamente la personalidad de nuestros hijos.

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