¡...Es que iba con prisa, señor agente!
- Pedro Luis Menéndez
- 12 mar 2016
- 2 Min. de lectura

¿Cómo influye -y cuánto- en nuestras interacciones comunicativas el estatus social de nuestros interlocutores? ¿Hasta qué punto nos dejamos sugestionar por el papel que ocupan las personas con las que interactuamos en una determinada situación?
Por ejemplo, en el mundo educativo, las relaciones de poder que se establecen dentro de un aula entre el docente y los alumnos, por un lado, y entre los diferentes liderazgos internos de la propia clase, por otro, condicionan siempre la "sinceridad" de las comunicaciones que pueden llegar a establecerse. La relación docente-discípulo es una relación de poder y, como tal, el estilo de liderazgo del maestro "enseña" día a día modelos sociales de interacción que el alumnado absorbe para su presente y para su futuro.
¿Y en el mundo de la empresa? Cuando un empleado comete una falta y es reconvenido por ello, su reacción ante cualquier comentario crítico varía de manera considerable según el estatus de su interlocutor: un jefe, un igual, un cliente, o un desconocido.
Un experimento clásico, realizado por Loick Villerbu en los años sesenta, a partir del test sobre las respuestas a la frustración de Saul Rosenzweig, lo muestra con claridad. Si observamos la imagen que aparece en nuestra ilustración, en ambas viñetas se cuestiona al conductor por su imprudencia, pero en la primera se trata de un policía -alguien que representa la autoridad y puede sancionar-, mientras que en la segunda se trata de un completo desconocido que se encontraba en el lugar.
Villerbu realizó una encuesta a cien personas adultas sobre sus reacciones en el papel del conductor y éstos son los resultados:
Respuestas obtenidas en la situación con el policía (en %):
1. El individuo niega que la culpa sea suya completamente, evocando circunstancias atenuantes (58-Hombres, 50-Mujeres).
2. El individuo niega agresivamente que haya cometido la falta (30-Hombres, 30-Mujeres).
3. Otro tipo de respuestas (12-Hombres, 20-Mujeres).
Respuestas obtenidas en la situación con el peatón (en %):
1. Se admite la culpa pero se relativiza (19-Hombres, 9-Mujeres).
2. Negación agresiva de la culpa (31-Hombres, 29-Mujeres).
3. El individuo se ríe del peatón (50-Hombres, 54-Mujeres).
4. Otro tipo de respuestas (8-Mujeres).
El contraste entre las respuestas es tan evidente que no es posible dejar de observar la influencia del estatus social de quien formula el reproche. Las reglas y las normas de comunicación social inducen un tipo u otro de respuesta.
En definitiva, un elemento del contexto de situación influye sobre la propia comunicación con más fuerza que otro tipo de influencias.
¿Qué ocurre cuando consideramos esta realidad en los equipos de trabajo? ¿O en las entrevistas grupales de selección de personal? Parece claro que debemos tener en cuenta este sesgo en la comunicación si queremos analizar sin distorsiones la interacción de ese equipo o de ese grupo.
Comments