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¿Es usted un cotilla?


"Cotillear es hablar -o escribir- de manera ociosa sobre otra gente sobre todo acerca de sus asuntos personales e íntimos. El cotilleo es una actividad banal, relajante...[...] A veces el cotilleo parece que es hablar por el propio gusto de hablar" (Aaron Ben-Ze'ev).

No resulta fácil admitir abiertamente que uno cotillee. Y no lo es por la propia naturaleza reservada del cotilleo, ese gesto de complicidad en el seno de un grupo, a través del cual se muestra la confianza entre sus miembros, incluso la solidaridad dentro del propio grupo.

Por lo tanto, admitir hacia "los de afuera" este tipo de conversaciones privadas sólo se justifica con facilidad cuando nuestros comentarios versan sobre personajes públicos, en los que apenas se distingue -o no lo hace en absoluto- la distancia entre lo privado y lo público.

Para Ben Ze'ev, "los objetos de nuestro cotilleo son los sujetos a los que envidiamos". Pueden ser personajes públicos, de los programas del corazón; o bien personas que aparecen en medios de comunicación social; sobre aspectos cotidianos de los "famosos", pero también sobre acontecimientos extraordinarios de nuestros conocidos.

Cuando se trata de acciones pasajeras que forman parten de las comunicaciones informales que se producen en empresas y organizaciones, encontramos las "charlas de pasillo", que tratan acerca de cualidades o defectos personales y profesionales de nuestros compañeros y de nuestros jefes.

En estos casos, resulta difícil fijar con claridad la frontera entre cotilleo y rumor, sobre todo por la expansión multiplicada del cotilleo que producen en la actualidad las redes sociales (normalmente más benévolas) y las aplicaciones de mensajería telefónica (más privadas y menos benévolas).

Porque, dentro de una empresa, una de las consecuencias evidentes de ese cotilleo es la reputación de los miembros del grupo. Según Nicholas Emler, "la reputación es el conjunto de juicios que una comunidad hace sobre las cualidades personales, las virtudes y los vicios de uno de sus miembros".

¿Puede afectar esta reputación basada en cotilleos a las relaciones laborales? Resulta evidente que sí, cuando aparece acompañada de la maledicencia en aquellos casos en que se busca, por ejemplo, producir determinados posicionamientos del grupo con respecto a ascensos o mejoras de contratos, que afectan sólo a una parte del propio grupo. Entonces pueden dispararse los rumores que expresan tanto deseos como agresividad.

Todo ello porque, si bien el cotilleo puede producir comentarios positivos, lo normal es su connotación peyorativa y la presencia de referencias negativas hacia personas ausentes. Perry Buffington sintetiza en las "Diez reglas del cotilleo" las características que presenta éste dentro de una empresa. Son las siguientes:

1. Todo el mundo cotillea. Aunque estés solamente escuchando, eso también equivale a cotillear.

2. Nadie pregunta nunca si la información es cierta. Todo el mundo asume que lo es.

3. Cuanto mayor sea el daño potencial, más rápido viajará el rumor.

4. Cuanto más trates de decir a la gente que el rumor es falso, más creerán que no lo es.

5. Decisiones clave han estado basadas en rumores. Cuando la decisión resulta ser mala, nuevos rumores aparecen para explicarla.

6. De todas las formas de comunicación, el cotilleo es la más fácilmente distorsionable.

7. Los hombres cotillean tanto como las mujeres, y el cotilleo trasciende los estratos socioeconómicos de ambos géneros.

8. La gente cotillea para proteger su propia reputación. Cuando el punto de mira está en otra persona, uno recibe un respiro momentáneo.

9. Cuanto más humillante o dañino sea un cotilleo, más tardará la víctima en enterarse de él.

10. El cotilleo florece en atmósferas de secreto y competencia. Lo hace más aún allí donde hay mucho secreto y donde el ascenso profesional se basa en la hipercompetitividad.

¿Identificas situaciones vividas conforme a estas reglas? Con seguridad que sí.

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