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Algunas veces, usted tiene derecho a ser el primero


A lo largo de mi vida laboral he sufrido, como cualquiera, muchas situaciones desagradables. Pero recuerdo especialmente dos de ellas, cuyo análisis posterior me permitió aprender algunas claves esenciales de la comunicación humana.

La primera de ellas sucedió en una reunión de un equipo de trabajo formado por tres personas. El objetivo era decidir determinados cambios en un plan de formación, y aunque el plan necesitaba supervisión posterior, nosotros éramos los encargados de formular una propuesta cerrada que, casi con seguridad, sería aprobada por nuestro coordinador.

Recuerdo que había dedicado muchas horas a la preparación previa de aquella reunión, y que le había dado muchas vueltas al plan que quería exponer. Y me encontré de pronto con que todas mis ideas, una a una, eran rechazadas por mis dos compañeros. Cuanto más insistía yo, más insistían ellos en echarlas abajo. La conversación se hizo cada vez más conflictiva hasta que la agresividad verbal se disparó. Por suerte, la cosa no fue a mayores y la reunión acabó horas después con un tono más tranquilo.

Pero hubo dos cuestiones que no fui capaz de apreciar en aquel momento. Una, que todo el rechazo a mis ideas provenía de otra reunión que previamente habían tenido mis dos compañeros, y que por lo tanto sus negativas obedecían a una estrategia planeada de antemano. Y dos, que al reaccionar yo con la misma agresividad que ellos mostraban hacia mí, lo único que podía obtener era más rechazo aún.

Mi segundo recuerdo especialmente desagradable proviene de una reunión de un grupo de alrededor de diez personas, de las que dos de ellas ocupaban cargos directivos en la empresa. Ante una respuesta mía a una pregunta de una compañera, me encontré con un auténtico estallido de la agresividad verbal de nuestros dos jefes (¡Torpe que es uno! No sabía entonces que acababa de "hurgar en la herida", y que aquel tema tenía su trasfondo). Después de unos minutos, me sentí tan nervioso y tan "descolocado", que me levanté y me fui de la reunión. No soporté la presión.

El problema fue que al adoptar yo aquella actitud pasiva y de huida, el mensaje que transmití ante el grupo fue mi incapacidad para afrontar la situación. Mi inhibición fue entendida como un gesto de cobardía o de sumisión.

¿Tenemos una alternativa a esa agresividad de mi primera historia o a la pasividad de la segunda? Sí, la asertividad, una palabra muy de moda y a la que no siempre se alude de modo correcto. Jeffrey A. Kelly la define como "la capacidad de un individuo para transmitir a otra persona sus opiniones, creencias o sentimientos de manera eficaz y sin sentirse incómodo".

No resulta fácil en el mundo laboral practicar una conducta asertiva, en los casos en que compañeros o jefes buscan manipularnos o hacer sencillamente que nos sintamos mal. Pero esa conducta asertiva es una de las bases de la defensa de nuestros derechos. Por eso quiero reproducir aquí la Carta de los Derechos Humanos Asertivos que enunció Manuel J. Smith en 1985 (es larga, pero creo que merece mucho la pena que la tengamos en cuenta en un mundo en que la presión laboral y social a veces nos desborda):

1. Algunas veces, usted tiene derecho a ser el primero.

2. Usted tiene derecho a cometer errores.

3. Usted tiene derecho a ser el juez último de sus sentimientos y aceptarlos como válidos.

4. Usted tiene derecho a tener sus propias opiniones y creencias.

5. Usted tiene derecho a cambiar de idea, opinión, o actuación.

6. Usted tiene derecho a expresar una crítica y a protestar por un trato injusto.

7. Usted tiene derecho a pedir una aclaración.

8. Usted tiene derecho a intentar cambiar lo que no le satisface.

9. Usted tiene derecho a pedir ayuda o apoyo emocional.

10. Usted tiene derecho a sentir y expresar el dolor.

11. Usted tiene derecho a ignorar los consejos de los demás.

12. Usted tiene derecho a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho.

13. Usted tiene derecho a negarse a una petición, a decir "no".

14. Usted tiene derecho a estar solo, aun cuando los demás deseen su compañía.

15. Usted tiene derecho a no justificarse ante los demás.

16. Usted tiene derecho a no responsabilizarse de los problemas de los demás.

17. Usted tiene derecho a no anticiparse a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos.

18. Usted tiene derecho a responder, o no hacerlo.

19. Usted tiene derecho a ser tratado con respeto y dignidad.

20. Usted tiene derecho a tener sus propias necesidades y que sean tan importantes como las de los demás.

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