top of page
Buscar

Hablar, ¿para qué?

  • Pedro Luis Menéndez
  • 4 feb 2015
  • 2 Min. de lectura

Afirmaba José Luis López Aranguren que "el lenguaje no es sólo el principal modo de comunicación; es también el modo más eficaz para falsear toda posibilidad de comunicación auténtica y, por tanto, para incomunicar".

Por eso nos preguntamos: Hablar, ¿para qué?

Esta facultad humana de representar el mundo y expresar ideas mediante signos lingüísticos es utilizada con muy diversas intenciones. Podemos hablar para no decir nada, o para repetir lo que ya sabemos, o para afirmar lo contrario de lo que pensamos. Hablamos para expresarnos, para convencer a alguien de algo, o para engañarle. Incluso hablamos por hablar.

En consecuencia, tenemos muchos motivos para hablar. Uno de esos motivos es transmitir información. "Estamos en la era de la información", "Nunca el ser humano ha manejado tal caudal de información", son expresiones a las que nos hemos acostumbrado como un elemento esencial de nuestra civilización.

Rendimos culto a la información pero no siempre hemos sabido, querido o podido evitar la manipulación que puede acompañarla. Por esto, para Jacques Ruffié el mundo moderno habla demasiado:

"El hombre actual vive inmerso en un torrente de palabras y es asaltado a diario por una cantidad creciente de información, ampliamente difundida por los periódicos, por los libros, y sobre todo por los mass media, ante los que se encuentra totalmente desprotegido. Además de una actualidad cotidianamente internacionalizada, el hombre sufre un bombardeo publicitario tanto ideológico como comercial (siendo el segundo una forma degradada del primero.)"

Y sigue:

"Este mundo, a veces habla demasiado para no decir nada o para repetir las mismas cosas en términos apenas distintos."

Y concluye:

"El hombre nunca había podido disponer de una masa de información tan enorme que, gracias a las máquinas, es de fácil acceso. Y, sin embargo, nunca ha tenido tanta necesidad de tranquilidad y meditación. A veces algunos privilegiados descubren con deleite la condición de ermitaño. Pero el aislamiento se ha convertido en un lujo que no dura nunca demasiado."

(De la biología a la cultura, Muchnik Editores, Barcelona 1982)

¿Existen aún los ermitaños? ¿Podríamos vivir actualmente sin todas nuestras fuentes informativas? ¿Esta transformación es para siempre o se trata sólo de un momento histórico más en nuestra sociedad globalizada?

 
 
 

Commentaires


Featured Posts
Recent Posts
Archive
Search By Tags
bottom of page