¿Oyes o escuchas?
- Pedro Luis Menéndez
- 1 mar 2015
- 2 Min. de lectura
Los ancianos contaban las historias de la tribu a los niños. Los abuelos contaban las historias del pueblo y de la familia a los nietos. Sin la cohesión que proporcionan las historias no hay tribu. Pero ¿cuáles son ahora nuestras historias? Y, en el futuro, ¿quién contará los cuentos? ¿Quién enseñará a escuchar?
A veces temo que entre tanto currículum y tanto proyecto pedagógico, competencial y demás, estemos olvidando que una de las primeras funciones de las familias y de las escuelas es enseñar a escuchar. Y que uno de los aprendizajes que más deberíamos valorar en nuestros hijos es el de la escucha.
La escucha es poderosa (oral y escrita; la lectura es escucha de lo escrito) porque provoca la reflexión, el acercamiento al otro y la comunicación de emociones. ¿Estamos enseñando a hablar sin escuchar? Porque si lo hacemos, será un puro parloteo. Sin escucha no hay reflexión ni respeto a los demás.
¿Para cuántos niños casi sus primeros modelos lingüísticos son los personajes de dibujos animados en la televisión? ¿Aprenden así a escuchar o sólo oyen?
La escucha es imprescindible para el desarrollo intelectual y para el desarrollo emocional. Como estrategia comunicativa necesita un aprendizaje y una enseñanza, pero, sobre todo, una práctica constante y continuada.
No estamos descubriendo nada nuevo. Ya Plutarco afirmaba que "para saber hablar es preciso saber escuchar". Pero ¿quién escucha hoy? ¿Y a quién?
Una escuela que no base el desarrollo de la competencia comunicativa de su alumnado en la escucha estará formando niños que muy dificílmente podrán comunicarse, ni en su presente ni en su futuro de adultos.
Si eso llega a ocurrir, ¿se habrán perdido las grandes historias de la Humanidad, las historias fundacionales, porque ya no seremos capaces de escucharlas? ¿Y las historias del otro, de quién está tu lado?
Y tú, ¿oyes o escuchas?
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