Elogio del sosiego
- Pedro Luis Menéndez
- 22 mar 2015
- 2 Min. de lectura
"El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de las ciudades, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento."
(Miguel de Cervantes, Quijote I, Prólogo)
En una sociedad como la nuestra, sobresaturada de ruido mediático, sin necesidad de pensar en paraísos imposibles e inciertos, debemos, sin embargo, recuperar la idea de sosiego como base imprescindible de nuestra interacción social.
La RAE define sosiego como "quietud, tranquilidad, serenidad". Y define igualmente conversación como "Acción y efecto de hablar familiarmente una o varias personas con otra u otras".
Pues bien, deberíamos encontrar de manera planificada, ya que de manera natural casi empieza a parecer imposible -al menos, en las vidas de los urbanitas del siglo XXI- espacios y tiempos que propicien el sosiego, para, a partir de esa tranquilidad, recuperar el placer de la conversación serena, sin finalidad, por el gusto del encuentro con los demás, sin más objetivo que el propio encuentro.
Inventemos las tecnologías que inventemos, útiles sin ninguna duda para el mundo laboral y el mundo académico, casi nos vemos obligados a reinventar el encuentro personal frente al virtual, las viejas tertulias, esa manera de dejar pasar el tiempo para ganarlo.
En un mundo que nos empuja a la actividad permanente, se trata justamente de dejar a un lado esa actividad y pararnos, quedarnos quietos en la escucha sabia de una conversación apacible.
Frente al ruido, el silencio. ¿Podremos generar en las aulas de nuestras escuelas espacios y tiempos para el silencio, para la contemplación? Porque sólo este silencio y esta contemplación serán capaces de propiciar que niños y niñas aprendan a escuchar y, en consecuencia, a reflexionar sobre lo escuchado.
Como afirma Juan Cruz, en su libro Contra el insulto, "Hemos instaurado el grito como forma de comunicación. Este país tiene que rehacer la conversación. Ahora no se conversa, se grita. Ese grito hace imposible que el que quiere sosiego lo encuentre".
Así, más allá del torbellino de nuestros días, reivindiquemos momentos y lugares para reencontrarnos en la conversación amable y tranquila, recuperemos el sosiego.