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¿Tienes un tic o me guiñas un ojo?

  • Pedro Luis Menéndez
  • 5 abr 2015
  • 1 Min. de lectura

De niño tuve un compañero de clase que llegó una vez comenzado el curso. Desde el primer día, sentado a cierta distancia, se volvía hacia mí y me guiñaba un ojo. Siempre el mismo, el izquierdo. Yo, obviamente, le devolvía el guiño, no sé si entendiendo que le gustaba hacer amigos. Tardé semanas en enterarme de que tenía un tic y que el guiño no era voluntario. No estaba comunicando nada.

Los buenos jugadores de mus son, sin embargo, grandes comunicadores gestuales, con la dificultad añadida de que se trata de señas ocultas al contrario. Ser o tener como compañero a un buen cazador de señas de la pareja contraria puede asegurar una victoria. El guiño de ojo en el mus significa que llevas 31.

Pero el guiño puede ser también un signo de comunicación malévolo o malintencionado. Así, podemos encontrar en el libro de los Salmos (35:19): "No permitas que se regocijen a costa mía los que injustamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con maldad los que sin causa me aborrecen".

Una curiosidad histórica del guiño de ojos la recogen en Historias de la historia a propósito del coqueteo amoroso en Nueva Zelanda en el siglo XIX. Se trata de una noticia aparecida en el Taranaki Herald de New Plymouth en 1891:

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Y tú, ¿tienes un tic o me guiñas un ojo?

 
 
 

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