La babel de los gestos
- Pedro Luis Menéndez
- 22 abr 2015
- 2 Min. de lectura

¿Cómo saludas cuando entras en un bar y tus amigos y conocidos están ya sentados en torno a una mesa?
Repartirás algunos besos, tal vez alguna palmada, o según la distancia un simple gesto con la mano abierta.
Sin embargo, en algunas zonas de Alemania te acercarías al grupo y tocarías varias veces con los nudillos en la mesa donde se encuentran. Con ese gesto darías a entender que has saludado a todo el mundo.
Aunque la expresión de las emociones que refleja nuestro rostro es prácticamente universal, no lo es el lenguaje de nuestros gestos. No existe un idioma único para todos los habitantes del planeta. Existen algunos gestos muy globalizados por la influencia de los medios de comunicación, pero otros son mucho más territoriales, regionales, locales, o de barrio, o incluso de pandilla.
Lo paradójico es que gran parte de nuestra comunicación fluye precisamente por el cauce de la expresión gestual. Y en muchas ocasiones lo hace con mucha más fuerza que lo que transmiten nuestras palabras.
De modo que, en este sentido, parece que la torre de Babel también ha provocado sus efectos en la dispersión gestual. En consecuencia, al no existir un idioma gestual único y universal, las perturbaciones en la comunicación pueden distorsionar de manera grave el entendimiento entre seres humanos de culturas muy alejadas entre sí.
Por esto, encontramos especialmente tres campos en los que cuidar, observar y aprender el lenguaje gestual:
-Un primer campo sería el mundo de los negocios, en el que los expertos en protocolo (normalmente dedicados a la política internacional) tienen cada vez una mayor influencia en la formación del personal de las grandes compañías transnacionales.
-Un segundo campo afectaría al viajero, o a lo que podríamos llamar "el turista por libre", aquel que desea recorrer el mundo por sus propios medios, alejado del turismo organizado de masas. La aventura puede torcerse fácilmente por cualquier malentendido fruto de una comunicación gestual no comprendida. Cualquiera, con mínima experiencia viajera, ha podido pasar por el mal trago de haber realizado una ofensa a alguien con un simple gesto, sin haber tenido ni por asomo la intención de ofender: un saludo mal realizado, un gesto equívoco de las manos, una manera determinada de sentarse, etc.
-Por último, el tercer campo, esencial en una sociedad y en un país como el nuestro, es la enseñanza. En las aulas multiculturales de este siglo XXI se convierte en una obligación del docente explicar y hacer entender a todo el alumnado su lenguaje gestual, así como aprender el del alumnado procedente de otras culturas.
No se trata de unificar ni de inhibir los distintos lenguajes gestuales que se pueden encontrar en el aula, pero sí provocar explícitamente que todos conozcan el de todos. Sería una buena manera de sentar las bases del respeto mutuo.
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