Hacia una pedagogía de la expresión oral en el siglo XXI
- Pedro Luis Menéndez
- 3 sept 2015
- 2 Min. de lectura

Las necesidades comunicativas de la sociedad actual hacen imprescindible que los centros educativos tengan claramente explicitado cuál es su método de desarrollo de la expresión oral en todos los niveles de su alumnado.
Este hecho pasa por varios principios que deberían tenerse en consideración:
1. Tratamiento integrado de la lengua materna, segundas lenguas y lenguas extranjeras. Los docentes de lengua materna son profesores de "idioma" igual que los de cualquier otra lengua. Aún hoy, esta idea sigue sin acabar de cuajar en una parte del profesorado, lo que provoca sistemas de trabajo muy diferentes en el aula de lengua materna frente a las aulas de otros idiomas.
Socialmente, en ocasiones da la impresión de que el aprendizaje y desarrollo de la lengua materna sólo se tiene en cuenta como algo importante cuando se produce algún deterioro en su evolución; por ejemplo, la preocupación de las familias cuando sus hijos tardan en empezar a hablar, o bien cuando sufren algún trastorno específico del lenguaje.
En el resto de los casos, la insistencia en el dominio de la lectoescritura acaba marginando el trabajo con las habilidades de la escucha y del habla, que casi se dan por supuestas cuando la realidad de cada día muestra lo contrario.
2. En esta pedagogía de la expresión oral deberían integrarse lo verbal y lo no verbal. Si resulta evidente la importancia del lenguaje no verbal en la comunicación, ¿por qué su aprendizaje y desarrollo no aparece en los centros educativos de modo explícito? Porque trabajar la lengua oral no puede estar limitado -en el mejor de los casos- a la interacción de un busto parlante detrás de un pupitre.
3. Esta integración de verbal y no verbal conduciría a la armonización progresiva en el alumnado de la voz, el cuerpo, las ideas y las emociones. Y esto redundaría en el desarrollo de lo emocional. Una de las paradojas que nadie parece querer resolver es que sí se produce en la etapa de educación infantil, para ir desapareciendo ya en primaria, a veces de modo tajante desde su comienzo.
Y 4. Si los centros educativos quieren afrontar la realidad que se encuentra más allá de sus paredes (y si son capaces de afrontarla), deberían abordar de modo también explícito el lenguaje integrado de habla y mensajería (que incluye sonidos e imágenes) porque este es el lenguaje del siglo XXI, como todos comprobamos en nuestro día a día.
Así parece que esta es otra de las grandes paradojas de nuestras aulas actuales: el uso constante de la telefonía móvil en toda la sociedad (también en el profesorado dentro de los centros), y la prohibición de su uso por el alumnado, no sólo en las aulas sino en el propio recinto escolar.
¿Por qué no cambiamos de una vez el verbo "prohibir" por el verbo "enseñar"?
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