¿Cómo construir una auténtica clase magistral?
- Pedro Luis Menéndez
- 16 oct 2015
- 2 Min. de lectura

Como planteamos en un post anterior -¿Deben morir las clases magistrales?-, tenemos que diferenciar muy bien lo que es una auténtica clase magistral de lo que es una exposición aburrida de datos.
Una clase magistral, que pueda recibir ese nombre, parte de varios supuestos y condiciones que deben cumplirse:
1. Dominio absoluto -sin fisuras- del tema. Cosecuencia: estudiar mucho, y siempre.
2. Objetivos claros. Saber con total claridad qué se quiere conseguir con esa exposición y fijar esas metas.
3. Estrategias comunicativas dinámicas y no estáticas. Construir la partitura de tus movimientos por el escenario (o el aula) para establecer un contacto permanente con tu audiencia.
Este tercer punto merece una atención especial. Todos hemos conocido docentes parapetados tras su mesa que, como bustos parlantes apenas visibles (entre el ordenador, libros, apuntes, exámenes, etc.), exponían sus lecciones desde una dirección única durante cursos enteros.
Tienes que moverte, tienes que dominar todo el espacio escénico, que en el caso del docente es el aula entera.
Richard Saul Wurman, uno de los fundadores de TED, se empeñó en quitar del escenario los podios o atriles clásicos utilizados por el orador. Tenía una finalidad muy clara. Lograr así una mayor incomodidad al concentrar la atención puesta sobre la figura del orador: "Quería que el orador se sintiera más vulnerable".
Esta situación de mayor vulnerabilidad provoca sin duda que te debas esforzar en dinamizar tu intervención a través del lenguaje de tu cuerpo, y hacer que todos tus gestos ayuden a la comunicación.
Estas son las claves, pero si piensas que no tienes ese nivel y te dedicas o quieres dedicar a la docencia, o en tu trabajo las presentaciones públicas van a ser muy frecuentes, ya sabes: prepárate mucho, fórmate mucho, entrena mucho. Llegarás.
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