La ambigüedad premeditada
- Pedro Luis Menéndez
- 29 nov 2015
- 2 Min. de lectura

Desde una perspectiva psicolingüística, los signos lingüísticos son capaces de influir, condicionar o modificar el comportamiento de las personas; es decir, mis acciones pueden estar condicionadas por las palabras de otras personas.
Si además una de las dimensiones del lenguaje es nuestra capacidad de representar el mundo a través de las palabras, ¿qué ocurre cuando el mensaje es construido sin claridad, con una ambigüedad premeditada para confundirnos o para que, al menos, no logremos tener una visión más o menos diáfana de la realidad representada?
¿Dónde se encuentra la frontera entre la ambigüedad premeditada y la mentira? Porque, como todos sabemos -lo hemos vivido y lo vivimos con frecuencia-, las medias verdades pueden dañar aún más la comunicación humana que las mentiras directas.
La ambigüedad premeditada suele ser -y no afortunadamente- uno de los rasgos del lenguaje de la clase política para intentar "lidiar" con la ciudadanía en el día a día de cualquier sociedad. También utilizan esta ambigüedad en momentos comunicativos puntuales las grandes corporaciones y el mundo financiero.
Sin embargo, esa misma clase política, cuando se encuentra inmersa en un período de campaña electoral, pasa a utilizar un lenguaje mucho más directo, cuyo exponente máximo sería la oralidad épico/teatral de los mítines.
Algo así como una representación que aceptamos casi todos de una manera muy acrítica, cuando coincide más o menos con nuestra ideología. De este modo, el ciudadano acaba admitiendo con naturalidad que muchas de las grandes frases electorales sean directamente una mentira.
Y parecemos complacidos jugando ese juego que no admitiríamos nunca en otros ámbitos de nuestras vidas. Una sociedad sin fuerza crítica ante los mensajes conscientemente ambiguos o directamente falsos que emiten "los nuestros", "los de nuestro bando", "los de nuestro gremio", es una sociedad muy fácilmente manipulable, a la que se lleva y se trae con facilidad en cualquier situación.
Las "divinas palabras", una vez más, mueven a la tribu.
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